
Hace algunos días mientras promocionaba un encuentro de Psiquiatría en una hermosa región del país, tuve la oportunidad de cruzar algunas palabras con un colega que se encarga de coordinar aquellos programas que tienen como objetivo promover y educar a la población en temas de salud y bienestar social, físico y mental.
Al presentarle el evento me preguntó extrañado las razones que motivaban la realización de esta reunión justamente en ese lugar de la geografía colombiana. Con tacto le expliqué que desde hace algún tiempo había estado enamorado de los paisajes, las riquezas culturales, la gastronomía y los habitantes de la región. Ese contacto y el aprecio por el departamento, habían generado la inquietud de conocer un poco más sobre la salud mental de la zona, encontrando prevalencias altas en algunos trastornos, así como un bajo número de profesionales que pudieran manejar esta problemática.
Con algo de sorpresa, mi querido colega respondió que consideraba que las estadísticas de enfermedad mental eran bajas en la región comparadas con otras enfermedades físicas que él imaginaba de mayor importancia por el gran “impacto” que tenían en la población. Así mismo habló de la popular creencia en la que las alteraciones mentales son vistas como el producto de deficientes condiciones socio – económicas y la falta del carácter propio para superarlas.
A sus argumentos sumaba las dificultades diagnósticas que estas condiciones clínicas generaban. Se percibía ciertamente confundido con todo lo que escapara a la seguridad que le proporciona la objetividad de un buen examen físico, la realización de pruebas diagnósticas y aquello establecido por guías y protocolos claros y precisos.
El término subjetividad le producía escalofrío y envidiaba la capacidad de los psicólogos y psiquiatras para navegar por turbias aguas sin la ayuda de un buen catalejo, una brújula calibrada o la luminosidad de un faro que los acompañara con seguridad a tierra firme. La disertación se tornó interesante y prosiguió durante algunos minutos en los que utilizando diversos y fuertes argumentos ilustré la relevancia de los temas de salud mental en el desarrollo de cualquier sociedad moderna. Al terminar la reunión, contaba con el apoyo de mi colega para la organización y promoción del evento.
Mientras dirigía mis pasos a la calle dedique unos minutos a meditar lo que acababa de suceder en esa oficina: ¿Qué hace que la Psiquiatría y las enfermedades mentales continuen estando ocultas y sen viastas como un tabú?. ¿ La falta de conocimiento?, ¿El miedo a afrontar los propios temores?, ¿La manera como se comunican los profesionales con los pacientes para abordar estos temas? Estas preguntas merecen ser respondidas.
A través de esta iniciativa escrita se aclaremos algunos de estos conceptos, para que sean más fácilmente digeridos por profesionales de salud, madres y padres, estudiantes y maestros, expertos y neófitos. El objetivo de alcanzar un acceso a la salud mental más equitativo y de mejor calidad necesita de la participación de todos y se nutre de las experiencias de cada ser humano y del conocimiento y claridad que se tenga de estos contenidos siempre abordados desde una concepción Bio –psico –socio-cultural que dé el toque de integralidad que los individuos ostentamos.
De esta manera, la mayoría de colombianos y de ciudadanos del mundo podrán, sin la necesidad de fuertes y diversos argumentos, contagiarse, al igual que mi colega médico de la necesidad de poner en sintonía su vida, su afecto y su mente.
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